La semana pasada, un pariente cercano me llamó desde la India en busca de ayuda. Ciclista de buena constitución, era diabético de tipo II. Intentaba dar su largo paseo en Bombay, en la costa oeste de la India, y su objetivo era recorrer 80 km. Buscaba ayuda para la dieta que podía seguir antes y durante el viaje. Los ciclistas suelen llevar barritas energéticas y bebidas con azúcar que les ayudan a recuperar la energía gastada, pero este caso era diferente. Como tomaba medicación oral para controlar los niveles de glucosa en sangre, corría el riesgo de desarrollar una hipoglucemia durante el viaje. Además, el tiempo en Bombay era caluroso y húmedo, por lo que también había riesgo de deshidratación.
Primero le aconsejé que tomara una bebida con bajo índice glucémico. Tuve que ponerme a pensar e idear una receta, ya que no encontraba ninguna bebida específica por ahí y corría contra el tiempo. Esto lo conseguí pidiéndole que diluyera zumo de fruta con agua, algo así como mitad agua y mitad zumo, y que lo consumiera durante el viaje. Me dijo que tenía dos botellas de 750 ml y 1000 ml, así que le pedí que tomara el zumo en la botella de 750 ml y agua fría enriquecida con sal en la botella más grande. Esto último era sólo para mantener el estado electrolítico. También le pedí que alternara las bebidas.
La hipoglucemia podía producirse en cualquier momento durante o después del ejercicio, así que le pedí que llevara un par de plátanos y manzanas para asegurarme de que siempre tuviera a mano un tentempié de recuperación. También le había aconsejado que llevara dos puñados de frutos secos variados para obtener las proteínas necesarias. Le pedí que los masticara lentamente mientras pedaleaba. Como la hidratación era prioritaria, le había pedido que repusiera sus líquidos tan a menudo como fuera necesario y atendiera a la llamada de la naturaleza.
Para mantener alto su nivel de motivación, también le pedí que siguiera enviándome mensajes a medida que hiciera descansos, para que pudiera informarme de hasta dónde había llegado. Esto le hizo responsable.
Cuando regresó, me envió un mensaje diciéndome que, en lugar de los 80 km que se había propuesto, había hecho 101,36 km, es decir, ¡más de 63 millas! Vaya. Ni una sola vez experimentó hipoglucemia. No comió nada fuera de lo prescrito, aparte del agua de coco tierna que yo le había permitido.
Me alegro de haber podido ayudarle de esta manera. Una dieta adecuada, nutrición y ejercicio es siempre una combinación ganadora.